Los baches parecen multiplicarse por toda la geografía urbana y rural de México, convirtiéndose en una auténtica pesadilla para los automovilistas, siendo esta situación más evidente durante la temporada de lluvias.
Calles, avenidas y carreteras se llenan de hoyos que no solo dañan vehículos, sino que afectan directamente la economía de los conductores y el presupuesto público destinado a reparaciones de emergencia. Pero, ¿por qué ocurre esto de forma tan recurrente en el país?
¿POR QUÉ HAY MÁS BACHES EN LAS CALLES?
Los baches, en términos técnicos, son irregularidades en el pavimento que se forman principalmente cuando el agua se filtra a través de grietas en el asfalto. Esta agua debilita la base del pavimento, y con el paso constante de vehículos, especialmente de carga pesada, el material colapsa, generando esos temidos hoyos. La situación se agrava cuando no hay mantenimiento preventivo.
Expertos en infraestructura vial coinciden en que México enfrenta un problema mayor que otros países debido a cuatro factores principales:
- El clima. El país tiene regiones con lluvias intensas y calor extremo. Esta combinación provoca la expansión y contracción del pavimento, facilitando la formación de grietas.
- El tráfico intenso. Con más de 120 millones de habitantes y una alta concentración vehicular, las calles mexicanas están sometidas a un uso constante que acelera su deterioro.
- La calidad de los materiales. Muchas vías se construyen con materiales de baja calidad o mal aplicados, lo que reduce su vida útil.
- La falta de mantenimiento. En lugar de aplicar medidas preventivas como el sellado de grietas o renovaciones periódicas, muchas autoridades actúan solo cuando los baches ya están formados.
Las consecuencias son claras: llantas ponchadas, rines doblados, suspensión y dirección afectadas; cada impacto en un bache puede traducirse en miles de pesos en reparaciones. Además, los motociclistas y ciclistas corren un riesgo aún mayor, ya que un bache puede provocar accidentes graves.
Según los expertos en urbanismo y movilidad, la solución no es solo “parchar”, sino invertir en una infraestructura sostenible: usar materiales de mejor calidad, aplicar técnicas modernas de pavimentación y, sobre todo, establecer una política constante de mantenimiento preventivo. Mientras eso no ocurra, los baches seguirán siendo un enemigo cotidiano del camino.