Regina Coeli (o Regina Cæli es el nombre de una oración mariana y cristológica de la Iglesia Católica en honor de la Virgen. Son las palabras latinas con que abre el himno pascual a la Santísima Virgen María que traducidas al español son “Reina del cielo”, es una composición litúrgica a manera de felicitación a María por la resurrección de su Hijo Jesucristo.
El Regina Coeli sustituye el rezo del Ángelus durante el tiempo pascual, como oración del medio día, a las 12 pm, recuerdo cuando aprendí el Ángelus, me dijeron que se rezaba a medio día, pero que también se podía rezar a las 6 am y a las 6 pm. Una manera bella de invocar a nuestra madre del cielo para que esté cerca de nosotros, al alcance de una oración muy especial.
Se desconoce la autoría del Regina Coeli, pero existe una historia en la “colección de hagiografías” sobre el Papa San Gregorio Magno (Pontífice del 590 al 604) que da una explicación.
Se dice que cuando este Papa presidía una procesión con oraciones a la Virgen María con el propósito de poner fin a una plaga en Roma, escuchó voces angelicales cantando los primeros tres versos del Regina Coeli y agregó la línea "Ora pro nobis Deum. Alleluia". Según la leyenda, estas oraciones tuvieron éxito y la pandemia terminó.
Esta composición litúrgica consta de forma oficial desde el siglo XII. Se sabe que era repetida por los frailes menores franciscanos después de las completas (Liturgia de las Horas) en la primera mitad del siguiente siglo.
ORACIÓN DEL REGINA CÆLI (ESPAÑOL/CASTELLANO)
V/. Reina del Cielo, alégrate; Aleluya.
R/. Porque el que mereciste llevar en tu seno; Aleluya.
V/. Resucitó según dijo; Aleluya.
R/. Ruega por nosotros a Dios; Aleluya;
V/. Gózate y alégrate, Virgen María; Aleluya.
R/. Porque resucitó en verdad el Señor; Aleluya.
Oración:
¡Oh, Dios!, que te dignaste alegrar al mundo por la Resurrección de tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo: concédenos, te rogamos que, por la mediación de la Virgen María, su Madre, alcancemos los gozos de la vida eterna. Por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.
ORACIÓN DEL REGINA CÆLI (LATÍN)
V/. Regina cæli, lætare; alleluia.
R/. Quia quem meruisti portare; alleluia.
V/. Resurrexit sicut dixit; alleluia.
R/. Ora pro nobis Deum; alleluia.
V/. Gaude et lætare, Virgo Maria; alleluia.
R/. Quia surrexit Dominus vere; alleluia.
Oremus:
Deus, qui per resurrectionem Filii tui Domini nostri Iesu Christi mundum lætificare dignatus es, præsta, quæsumus, ut per eius Genetricem Virginem Mariam perpetuæ capiamus gaudia vitæ. Per eundem Christum Dominum nostrum. Amen.
LA ORACIÓN EN TIEMPO DE PASCUA
Durante el tiempo de Pascua, que son 50 días desde el domingo de resurrección hasta el domingo de pentecostés, la oración debe estar llena de alegría, esperanza y agradecimiento por la resurrección de Jesús. Se enfatiza la celebración de la victoria de la vida sobre la muerte y se invita a vivir con la esperanza en el futuro que Dios ofrece.
El tiempo pascual es un tiempo de:
Celebración y alegría: La resurrección de Jesucristo es el motivo principal de la alegría y el júbilo durante esta época.
Gratitud: La oración debe expresar agradecimiento por el don de la vida y la esperanza que la resurrección representa.
Reflexión: Es un tiempo para reflexionar sobre el significado de la resurrección y cómo se manifiesta en la vida cotidiana.
Renovación: La Pascua invita a renovar la fe y la vida espiritual, buscando vivir más plenamente la vida de Cristo.
Esperanza: La resurrección es una fuente de esperanza para el futuro, tanto en esta vida como en la venidera.
Oraciones personales: Se anima a las personas a crear sus propias oraciones, expresando su alegría, gratitud y esperanza en la resurrección.
En resumen, durante el tiempo de Pascua, la oración debe ser un acto de alegría, gratitud y esperanza, reflejando la victoria de la vida sobre la muerte y la promesa de un futuro lleno de luz y esperanza.
Más en este año 2025 de jubileo de la esperanza, ser peregrinos donde la mirada está puesta en quien todo lo puede que vino a salvarnos por medio de este peregrinar en esta vida, rumbo a la eternidad.
MARÍA MUJER PASCUAL, PEREGRINA DE LA ESPERANZA
María es la mujer de la pascua, la mujer del anuncio, la mujer de la misión. Aunque poco sabemos de cómo fue la vida de la virgen después de la resurrección de Jesucristo, me atrevería a decir que realmente Ella vivió con alegría, energía y prontitud aquel encargo de ir por el mundo haciendo discípulos del Señor.
Para María la resurrección de Jesús tuvo que tener un valor especial, Ella tuvo que vivirlo de forma muy distinta a los demás, porque de Ella nació Jesús , Ella lo crio, Ella lo vio crecer, Ella aprendió a guardar las cosas en su corazón al verlo predicando en el templo delante de los sacerdotes contando Jesús de niño posterior a su “Bar Mitzvah”, Ella lo vio madurar, de Ella se despidió cuando se fue al desierto para prepararse al camino de su vida pública , Ella lo animó a hacer su primer milagro en aquella boda de Caná, Ella escuchó decir que su madre y sus hermanos son los que cumplen la voluntad de Dios y la ponen en práctica y…. Ella lo vio, y lloró amarga y desconsoladamente, roto y clavado en la cruz. ¿Hay algo que duela más que un hijo? La resurrección de Jesús supuso para María revivir gozosamente la inolvidable frase del ángel Gabriel: “Para Dios no hay nada imposible”.
Decía San Agustín que vivir el tiempo de Pascua consistiría sencillamente en imitar con prontitud las virtudes de María. Imitar a María no es caer en la adoración hacía ella únicamente. El imitar a María es unirnos más a Jesús porque él se complace al ver que en nosotros hay algo de su madre amadísima. Jesús nunca nos daría, como modelo a imitar, a alguien que nos apartara de él, así que si nos dio a la Santísima Virgen fue porque ciertamente en ella encontramos a una persona humana que se dio a la causa del amor, que resistió el dolor de ver morir a su propio hijo en la Cruz, que ante todo, respondió a la voluntad del Padre porque no cualquiera se lanza a la misión que María tuvo, no cualquiera resiste los dolores que ella experimentó, en fin, en ella tenemos a una amiga, a una compañera y sobre todo a una madre en quien confiar.
PRIMER REGINA COELI DE S.S. PAPA LEÓN XIV
Por ser domingo, el Papa, antes de una exhortación a la paz o saludos a los presentes, el Papa León XIV hace una reflexión sobre el evangelio del primer domingo de su pontificado, antes de rezar con los peregrinos, que pongo a continuación:
“Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz domingo!
Considero un don de Dios el hecho de que el primer domingo de mi servicio como obispo de Roma sea el del Buen Pastor, el cuarto del tiempo de Pascua. En este domingo, en la misa, siempre se proclama la lectura del capítulo décimo del Evangelio de Juan, en la que Jesús se revela como el verdadero Pastor, que conoce, ama y da la vida por sus ovejas.
En este domingo, desde hace sesenta y dos años, se celebra la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. Y, además, Roma acoge hoy el Jubileo de las bandas musicales y de los espectáculos populares. Saludo con afecto a todos los peregrinos y les doy las gracias porque con su música y sus representaciones alegran la fiesta, la fiesta de Cristo Buen Pastor: sí, es él quien guía a la Iglesia mediante su Espíritu Santo.
Jesús en el Evangelio afirma que conoce a sus ovejas, y que ellas escuchan su voz y le siguen (cf. Juan 10,27). En efecto, como enseña el Papa san Gregorio Magno, las personas “corresponden al amor de quien les ama” (cf. Homilía 14,3).
Hoy pues, hermanos y hermanas, tengo la alegría de rezar con ustedes y con todo el Pueblo de Dios por las vocaciones, especialmente al sacerdocio y a la vida religiosa. ¡La Iglesia los necesita! Y es importante que los jóvenes encuentren en nuestras comunidades: acogida, escucha, estímulo en su camino vocacional, y que puedan contar con modelos creíbles de entrega generosa a Dios y a sus hermanos.
Hagamos nuestra la invitación que el Papa Francisco nos dejó en su Mensaje para esta Jornada en la que nos pedía acoger y acompañar a los jóvenes. Roguemos al Padre celestial el ser, los unos para los otros, cada uno según su estado, pastores “según su corazón” (cf. Jeremías 3,15), capaces de ayudarnos mutuamente a caminar en el amor y en la verdad. Y a los jóvenes les digo: “¡No tengan miedo! ¡Acepten la invitación de la Iglesia y de Cristo Señor!”.
“La Virgen María, cuya vida fue toda una respuesta a la llamada del Señor, nos acompañe siempre en el seguimiento de Jesús”.
Saúl Portillo Aranguré