Hoy, que la tecnología digital presenta extraordinarios avances en todas las áreas de la vida de la sociedad, surge la pregunta sobre qué pasará con el papel moneda que actualmente se utiliza en todas las transacciones.
Y es muy cierto, ya que el sistema de pago en el intercambio de mercancías no tendría por qué quedar exento de los cambios tecnológicos que están viviendo la mayoría de las economías del planeta.
A partir de estos avances, el futuro del papel moneda presentará diversas situaciones, como la disminución constante y gradual en su uso dentro de las transacciones diarias.
Como ya se observa, cada vez es mayor la presencia en el mercado de la utilización de tarjetas de débito, transferencias electrónicas, aplicaciones de pago móvil y, ahora, las criptomonedas.
En épocas pasadas, el uso de criptomonedas para realizar operaciones de compra-venta se entendía como algo riesgoso y complicado, pero actualmente están ganando bastante popularidad.
Lo que sí está cambiando es el rol del papel moneda en las operaciones, ya que su uso es principalmente a pagos rápidos y sencillos, en situaciones donde no corresponda la tecnología digital.
También es posible que el destino del papel moneda sea su uso como reserva de valor, ya que es comprensible que algunas personas prefieran seguir utilizando el efectivo.
Lo mismo ocurriría con determinada población donde no se tenga acceso a la tecnología digital, y las operaciones de compra-venta se realicen únicamente con dinero en efectivo.
En este mundo de constantes cambios tecnológicos, también debe existir la prevención, ya que en ciertos momentos pueden presentarse fallos en los sistemas digitales, y el desarrollo comercial debe seguir.
Es una realidad que la mayoría de los bancos centrales de las distintas economías del mundo están explorando la emisión de sus propias monedas digitales, las cuales coexistirían con el papel moneda.
Esto permitiría que, pese a los cambios tecnológicos en la sociedad, las actividades diarias no se interrumpan por estos cambios que impactan directamente su avance.
Es muy real lo que está ocurriendo en el mundo en el ámbito de las operaciones: hoy la tecnología participa de manera directa, y la sociedad debe incorporarse a ella.
Pero se deben tomar en cuenta los desafíos que estos cambios representan al iniciar la transición hacia una sociedad mayoritariamente sin dinero en efectivo, la cual debe incluir a todos los ciudadanos.
Que necesariamente para el funcionamiento de esta nueva forma de transacciones digitales, debe existir la privacidad y la seguridad de las operaciones, para evitar los fraudes y ciberataques.
La confianza en este nuevo sistema digital se logrará a partir de la garantía de estabilidad y disponibilidad de los sistemas de pagos digitales, independientemente de posibles fallas o crisis.
Lo que sí es claro es que no se contempla la desaparición del papel moneda en el futuro inmediato; sin embargo, comenzará a disminuir debido a la evolución tecnológica.
En México ya se observa el uso de la tecnología en las operaciones diarias de empresas y ciudadanos, aunque no de forma generalizada ni cuantiosa, como en las economías desarrolladas.
Lo que sí es importante es que la sociedad mexicana comience a familiarizarse con estos cambios monetarios, ya que la tendencia es la utilización de la tecnología en las operaciones de compra-venta.
DEL ESCRITORIO
Si se considera que la infraestructura es una necesidad prioritaria para el impulso del desarrollo económico, existe la pregunta en el Municipio de Cajeme, de por qué no está contemplada la llegada del ferrocarril a Ciudad Obregón, en el proyecto ferroviario del Gobierno Federal, como segunda ciudad en importancia en el Estado de Sonora…Además de la falta de agua para el ganado en algunas regiones del país, ahora está el freno por parte de los Estados Unidos para la exportación, debido a la presencia del gusano barrenador…Sin pensar que pudiera extenderse la falta de agua en las regiones agropecuarias del país, sería viable adelantarse y pensar en planes de respuesta a ese tipo de contingencia, porque no se puede estar volteando para el cielo siempre.