Cada 20 de mayo, el santoral de la Iglesia Católica celebra la gracia y el legado de San Bernardino de Siena, uno de los predicadores más influyentes de su tiempo y el principal difusor de la devoción al Santísimo Nombre de Jesús.
Sus sermones no solo impactaron profundamente a sus contemporáneos, sino que también sirvieron como modelos de predicación para muchos oradores que lo siguieron a lo largo de los siglos.
PATRONO DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y LOS PUBLICISTAS
Por su invaluable labor en la evangelización y la enseñanza, San Bernardino fue incluido en el santoral como el patrono de los anunciantes, la publicidad y las relaciones públicas y los medios de comunicación. Además, se le invoca especialmente para interceder en problemas de ronquera y dificultades respiratorias, así como para brindar apoyo a quienes luchan con la adicción al juego.
Hoy en día, su imagen es venerada en varias diócesis, especialmente en San Bernardino, California (EE.UU.), así como en diferentes regiones de Italia, donde su influencia sigue siendo un pilar en la vida espiritual y social de las comunidades.

UN SANTO DEVOTO DEL NOMBRE DE JESÚS
San Bernardino fue un gran propagador de la devoción al Santísimo Nombre de Jesús. Para él, el solo pronunciar el nombre de Jesús evocaba un bien profundo para el alma, un nombre capaz de penetrar los corazones y enseñar el verdadero amor. Bernardino entendía que quien anuncia a Jesús debe conocer y amar profundamente ese santo nombre de Dios.
A lo largo de su vida, Bernardino dedicó su labor a la difusión de este amor, y se le asocia con el símbolo IHS (las primeras tres letras del nombre de Jesús en griego), que él ayudó a popularizar como emblema de la Eucaristía. Con frecuencia, llevaba consigo una tablilla en la que se mostraba este monograma, rodeado de rayos de luz que emanaban de una hostia consagrada.
Desde joven, Bernardino mostró un gran interés por la vida religiosa. Huérfano de padre y madre a una edad temprana, fue criado por una tía que lo formó en la fe. De niño, le gustaba jugar a armar altares e imitar a los sacerdotes durante la misa.
Ingresó a la Orden Franciscana, donde se destacó como predicador. Su dedicación a la predicación fue tal que, con el tiempo, se convirtió en uno de los predicadores más influyentes de su época, siendo conocido por la profundidad de sus sermones y su capacidad para transmitir el mensaje cristiano con gran fervor.
ÚLTIMOS AÑOS Y CANONIZACIÓN
En la última etapa de su vida, San Bernardino fue llamado en varias ocasiones para ocupar el cargo de obispo, pero él se negó cada vez, rogando al Papa que lo dejara seguir predicando. Su vida se caracterizó por su humildad y su profundo amor por la predicación. En sus últimos días, se dedicó a la oración y la meditación, y se dice que tuvo una aparición de San Pedro Celestino, quien le anunció que su muerte estaba cerca.
Falleció en 1444, y solo seis años después, el Papa Nicolás V lo canonizó el 25 de mayo de 1450, en uno de los procesos de canonización más rápidos de la historia.