Cada 14 de julio, la Iglesia Católica conmemora a San Camilo de Lelis, sacerdote italiano del siglo XVII y fundador de la Congregación de los Ministros de los Enfermos, conocidos hoy como los Padres Camilos o Camilianos. Su legado ha perdurado a lo largo de los siglos, al punto de ser reconocido como el patrono de los enfermos, de los profesionales de la salud y de los hospitales.
Nacido en 1550 en Bucchianico, Italia, Camilo tuvo una vida marcada por el dolor, la enfermedad y una profunda conversión espiritual. Huérfano desde joven, siguió los pasos de su padre como militar, participando en campañas contra los turcos. Fue durante este periodo cuando contrajo una enfermedad crónica en una pierna, condición que lo acompañaría hasta su muerte y que, paradójicamente, lo acercaría a su verdadera vocación: el servicio a los enfermos.

San Camilo de Lelis/ACI Prensa.
UNA VIDA DEDICADA A LOS ENFERMOS Y A LOS HOSPITALES
Tras un periodo de crisis personal, que incluyó el juego compulsivo y la pobreza, Camilo encontró un empleo en la construcción de un convento capuchino. Fue allí donde comenzó su camino de conversión. Más tarde, regresaría al hospital de San Giacomo en Roma, donde pasó de ser paciente a convertirse en uno de sus más entregados trabajadores.
Impulsado por su experiencia directa con el sufrimiento humano, fundó en 1582 una congregación dedicada por completo al cuidado de los enfermos, no solo en hospitales, sino también en prisiones, casas y campos de batalla. Esta labor pionera, inspirada en la compasión cristiana, sentó las bases de lo que más tarde se conocería como la enfermería moderna. De hecho, los camilos fueron los primeros en formar cuerpos de enfermeros de guerra, adelantándose por más de dos siglos a instituciones como la Cruz Roja.
En 1591, el Papa Gregorio XIV otorgó a la congregación el estatus de orden religiosa con el nombre de Orden de los Ministros de los Enfermos, un título que refleja el carisma fundacional de Camilo: servir a los enfermos como si cada uno fuese Cristo mismo.
San Camilo sufrió durante años a causa de sus dolencias físicas, incluyendo heridas abiertas en los pies y náuseas constantes. Sin embargo, nunca dejó de acompañar a los necesitados.
Renunció a la dirección de su orden en 1607 y falleció el 14 de julio de 1614, a los 64 años. Fue canonizado y más tarde proclamado por el Papa León XIII como patrono de los enfermos, título que comparte con San Juan de Dios.
En 1930, el Papa Pío XI lo declaró además patrono y modelo de los trabajadores de la salud.
Hoy, los Padres Camilos continúan su misión en hospitales y zonas de conflicto en todo el mundo, manteniendo vivo el legado de un santo que hizo del dolor ajeno su camino hacia Dios.