Cabe agregar que cuando el partido aplicó las medidas más antihumanas posibles y reprimió a la gente que le confirió el poder, en 1976 el partido recibió la afiliación voluntaria de un personaje político que pareciera que hoy en día, se declara el opositor más fuerte del PRI, Andrés Manuel López Obrador.
En lo personal, me genera un sentido de duda e incógnita el creer que viene una transformación para el país si las bases de este “cambio” son las mismas que había con López Portillo y Miguel de la Madrid, que son los periodos en los cuales López Obrador estuvo ejerciendo dentro del PRI como líder estatal del partido en Tabasco.
En el año 2019, una de las palabras con mayor grado de frecuencia a mencionar en las mañaneras del presidente fue, neoliberalismo. Ello, a causa de la “guerra interminable” que enfrenta el presidente de la república con las cúpulas de poder del sistema político. Pero la verdadera pregunta es, ¿Cuál es la diferencia sistemática de AMLO con sus predecesores?
De acuerdo con múltiples estudios y análisis de investigadores tanto nacionales como internacionales, el gobierno actual no ha logrado todavía dar “vuelta al barco”, pues las medidas que se han venido aplicando no han logrado un verdadero cambio.
A pesar de los cuantiosos esfuerzos por verdaderamente brindar resultados a la gente, sigue siendo escaso el impacto que traen los programas sociales que se están impulsando desde el gobierno federal.
Ello de cierta forma es una consecuencia del asistencialismo que se está generando y desafortunadamente existen casos en particular en los cuales el apoyo social llega a grupos que no lo necesitan o que deciden malamente hacer uso incorrecto del proyecto.
Claramente, debemos de ser conscientes de los gobernantes con los que contamos y que realmente su pasado sí importa y es una perfecta justificación para conocer la razón de lo que está ocurriendo en la actualidad. ¿A poco Manuel Barlett, Alfonso Romo, Porfirio Muñoz Ledo y otros “dinosaurios políticos” son la verdadera transformación de México? Ello es una evidencia más de la grave crisis de integridad política que sufre nuestra nación.
Finalmente, no consideraría adecuado para el presidente que continuara tachando y atacando al neoliberalismo, sin él mismo aceptar que sus bases e inicios en la política mexicana comenzaron promoviendo dicha ideología.
Muchos en la ciudad dicen, “antes no había tanta corrupción”, “estuvo en el PRI, pero se salió antes de que comenzara todo”, “todos los políticos comenzaron en el PRI”. La verdad es que nos tenemos que quitar el antifaz de los ojos y ver que nuestro presidente naturalmente es un personaje neoliberalista y su sentido de elección y preferencia va dirigido a la política antigua. Como dijo el gran científico Albert Einstein, “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre más de lo mismo”.
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