La omisión se hace más notoria, en la medida en que crece la tensión hídrica con la proyección deficitaria de las cuencas hidrológicas ubicadas en la región norte del país, donde las condiciones desérticas y la debilidad de sus ciclos hidrológicos, han propiciado una disminución severa en su capacidad de carga frente al constante y necesario crecimiento de la población. El hecho se convierte en un crimen, cuando la negativa a gestionar mayor disponibilidad de agua es parte de la política oficial en adherencia a normativas oligárquicas globales que hacen valer sus políticas colonialistas con la promoción e imposición de criterios económicas basados en la ideología de los límites al crecimiento.
Algunos de quienes integramos el Movimiento Ciudadano por el Agua y miembros de la Tribu Yaqui, estuvimos la semana pasada en el sitio del Cochórit, donde se construye la primera desaladora en Sonora con alcances de interés público, que abastecerá a los municipios de Empalme y Guaymas, y deberá servir como plataforma para la construcción de un segundo módulo con capacidad para conducir agua desalada al complejo turístico de San Carlos y a la ciudad de Hermosillo.
En el terreno de los hechos, frente a los importantes avances del proyecto, cuya infraestructura básica ya está construida y con la amplia explicación de los técnicos que supervisan la obra, pudimos constatar en forma vívida y pasar por la experiencia de que la desalación es un golpe tecnológico disruptivo en contra de la creencia ideológica de que el agua y los recursos naturales son finitos. Siendo una planta con capacidad para desalar 200 litros por segundo, ocupa el segundo lugar junto con la de Los Cabos, en Baja California Sur, después de la que se construye para proporcionarle agua a la ciudad de Ensenada con capacidad de 600 litros por segundo.
Que una planta como la que se construye en el sitio del Cochórit, ocupe el segundo lugar en tamaño a nivel nacional, habla muy bien del gobierno de Sonora, que tuvo el atrevimiento y la inteligencia de abrir ese prometedor horizonte, pero muy mal del país y de los gobiernos federales que no han tenido el valor para desafiar a las políticas colonialistas que obstruyen y sabotean el desarrollo de esa tecnología. Como lo reconoció uno de los técnicos supervisores de la obra: México se encuentra en pañales en materia de desalación de agua de mar.
A principios de los años sesenta el presidente Kennedy, advertía que lograr la maduración técnica en los procesos de desalación de agua de mar, “eclipsaría cualesquier otro logro científico”, esto por el inconmensurable beneficio que le acarraría a la humanidad. Tenemos que recuperar ese ímpetu y ese optimismo en la ciencia y la tecnología y lograr que los procesos económicos y financieros sirvan a estos propósitos. No hay que hacerle eco al pesimismo y a los pesimistas, que meten en la trituradora de la “inviabilidad financiera”, el futuro de Sonora y del país.