Ese momento de contemplación suele estar acompañado de una sensación de calma que, de acuerdo con especialistas, tiene una explicación científica
Por: Brayam Chávez
Mirar la lluvia caer desde la comodidad de casa es una experiencia que muchos disfrutan sin saber por qué. Ese momento de contemplación suele estar acompañado de una sensación de calma que, de acuerdo con especialistas, tiene una explicación científica muy clara.
El sonido de la lluvia actúa como un tipo de “ruido blanco”, un estímulo sonoro constante que ayuda al cerebro a desconectarse de las tensiones diarias. Este ritmo repetitivo y suave logra cubrir otros sonidos molestos, permitiendo al cuerpo relajarse de forma natural y casi automática.
UNA RESPUESTA DEL CUERPO AL DESCANSO
Los expertos señalan que este tipo de sonidos activa el sistema nervioso parasimpático, que es el encargado de promover el descanso y la relajación. A la vez, se reduce la actividad del sistema simpático, asociado al estrés y la ansiedad. Por esta razón, muchas personas logran conciliar el sueño más fácilmente o se sienten en paz cuando escuchan llover.
Además del sonido, hay otro factor que influye en el bienestar que provoca la lluvia: su olor. Ese característico aroma a tierra mojada, conocido como “petricor”, tiene la capacidad de activar áreas del cerebro relacionadas con la memoria y las emociones. Este efecto genera una sensación de nostalgia o bienestar, conectando con momentos del pasado que evocan seguridad o felicidad.
LA LLUVIA COMO DETONANTE EMOCIONAL Y CREATIVO
Existe incluso un término para describir a quienes disfrutan profundamente los días lluviosos: pluviófilos. Estas personas sienten una afinidad emocional con la lluvia, tanto por lo que representa sensorialmente como por los recuerdos que evoca. En muchos casos, este gusto se origina en la infancia, en momentos donde la lluvia era sinónimo de refugio y tranquilidad.
Algunos estudios psicológicos sugieren que ciertas personas tienen una predisposición biológica que les permite liberar más serotonina o endorfinas en presencia de lluvia, dos sustancias relacionadas con la sensación de bienestar y felicidad. Por eso, un día nublado puede convertirse en una oportunidad para relajarse, meditar o desarrollar actividades creativas como escribir, pintar o simplemente contemplar.
UN REFUGIO EMOCIONAL EN MEDIO DEL CAOS COTIDIANO
La lluvia también tiene el poder de reducir los estímulos del entorno, disminuyendo el ruido urbano y la agitación del día a día. Esto crea un ambiente propicio para la introspección, donde muchas personas encuentran un respiro emocional y un espacio para reconectar consigo mismas.
Aunque para algunos los días grises pueden resultar deprimentes, para otros representan una pausa necesaria. En lugares donde el clima suele ser caluroso, la llegada de la lluvia no solo refresca el ambiente, sino que también mejora la calidad del aire y reduce la contaminación sonora.