Día de San Juan: ¿Por qué, según la creencia popular, es recomendable cortarse el cabello este día?

En esta fecha se realizan diversos rituales, que combinan lo religioso, espiritual y cultural, mismos que tienen un simbolismo especial

Por: Ofelia Fierros

En muchas regiones del mundo, especialmente en países con fuerte arraigo católico y tradiciones populares, el Día de San Juan Bautista se celebra con rituales y creencias que combinan lo religioso con lo espiritual y lo cultural. Una de las prácticas más curiosas y extendidas es la de cortarse el cabello este día, como un símbolo de renovación y buena suerte.

UN RITUAL CON HISTORIA Y SIMBOLISMO

Según la tradición, la noche previa al 24 de junio—que coincide con el solsticio de verano en el hemisferio norte— está cargada de energía y simbolismo. Es considerada una noche mágica, en la que se realizan rituales con fuego, agua, hierbas y otros elementos que simbolizan la purificación, la fertilidad, la salud y el inicio de un nuevo ciclo.

En ese contexto, cortarse el cabello se interpreta como un acto de renovación personal. Se cree que el cabello, asociado a la fuerza vital y la energía espiritual, actúa como un canal que almacena experiencias y emociones. Por ello, recortarlo en la Noche de San Juan, o ya sea el mismo 24 de junio, ayudaría a liberar cargas negativas y a potenciar el crecimiento sano y fuerte del pelo.

CREENCIAS POPULARES Y TRANSMISIÓN GENERACIONAL

Este ritual ha sido transmitido de generación en generación, especialmente en comunidades rurales o con fuerte herencia cultural. Algunas creencias aseguran que cortarse el pelo en este día garantiza que crezca más rápido y con mejor salud, mientras que otras lo vinculan con la protección contra enfermedades o con la limpieza espiritual.

Si bien no existe evidencia científica que respalde estos efectos, muchas personas siguen realizando este acto como una forma simbólica de cerrar ciclos y abrirse a nuevas etapas con energía renovada.

SAN JUAN BAUTISTA Y EL PODER DE LA TRANSFORMACIÓN

La coincidencia de su celebración con el solsticio ha favorecido que, a lo largo de los siglos, su figura se entrelace con tradiciones espirituales y rituales paganos, como encender hogueras, bañarse en el mar o cortarse el cabello, siempre con un mismo objetivo: purificar el alma, dejar atrás lo viejo y recibir lo nuevo con esperanza.