Es importante que conozcas por qué se debe hacer, y si importa que sea manual o eléctrico, pues su objetivo es el mismo: la higiene bucal
Por: Edel Osuna
El cepillo de dientes es una herramienta esencial para la higiene bucal, la cual es utilizada para limpiar los dientes y las encías. Consiste en un mango con un cabezal de cerdas que se frotan contra las superficies dentales con pasta dental.
Su uso regular ayuda a eliminar la placa bacteriana y los restos de comida, previniendo caries, enfermedades de las encías y mal aliento. Los hay para todos los gustos, entre manuales y eléctricos, con diferentes tipos de cerdas y diseños para adaptarse a diversas necesidades.
Sin embargo, y aunque es un producto de primera necesidad, hay personas que lo usan hasta que se le caen las cerdas o queda todo deforme, sin considerar que este debe cambiarse.
¿QUÉ DICEN LOS EXPERTOS SOBRE CAMBIAR EL CEPILLO DE DIENTES?
Así las cosas, de acuerdo con el médico-odontólogo Ignacio Bordel Nieto, de la clínica de odontología Bordel Nieto, “es nuestra principal arma para mantener una correcta higiene bucal. No importa el tipo que sea, pero sí es fundamental mantenerlo correctamente, comenzando por sustituirlo cuando sea necesario”.
Según el especialista, generalmente se recomienda cambiar de cepillo de dientes cada tres o cuatro meses, la cual también está respaldada por la Asociación Dental Mexicana (ADM), que sugiere el cambio en el mismo lapso, en especial si las cerdas están desgastadas o se desprenden.
Y cómo no cambiarlo, su un cepillo en mal estado reduce significativamente su efectividad y capacidad para eliminar placa y comida de dientes y encías, para no comprometer la salud bucal.
Asimismo, refieren que no importa si el cepillo dental es eléctrico o manual, el cambio debe hacerse en ese mismo periodo; sin embargo, en el caso de los primeros, sólo se cambia la cabeza.
ESTO PASA SI USAMOS EL MISMO CEPILLO POR MUCHO TIEMPO
Mantener un cepillo de dientes más tiempo del recomendado puede tener serias consecuencias para la salud bucal. Ignacio Bordel advierte que “Las bacterias que eliminamos durante el cepillado permanecen, en parte, en las cerdas del cepillo, lo que puede reducir de forma significativa la eficacia del cepillado”.
Esta afirmación está respaldada por estudios publicados en el Journal of Applied Microbiology, que han demostrado que los cepillos de dientes pueden albergar bacterias como Escherichia coli y Streptococcus mutans. Estos microorganismos proliferan especialmente en ambientes húmedos, e incrementan el riesgo de infecciones bucales si no se lleva a cabo un adecuado mantenimiento.
Como subraya Bordel, “El cepillo de dientes es nuestra mejor herramienta para la higiene oral, pero si no se cuida adecuadamente, su efectividad se ve comprometida”. Las bacterias acumuladas en las cerdas, especialmente cuando estas se encuentran desgastadas y deformadas, disminuyen la capacidad de limpieza y pueden convertirse en un foco de contaminación.
Por lo tanto, utilizar un cepillo sucio o desgastado no es la mejor manera de mantener una buena salud bucal; al contrario, puede poner en riesgo la integridad de nuestra boca y reducir la eficacia del cuidado diario.