Por: Eduardo Sánchez
El calor supera los 40 grados. Debajo de las rocas, el polvo y los cactus de dos metros, Sonora guarda un secreto: un corazón de agua que hace explotar al desierto en el más absoluto verdor con la llegada de la lluvia.
Desde hace cinco años también se la quita: allí ocurrió el mayor derrame de la minería en México.
El 6 de agosto de 2014, Grupo México, la minera más importante del país y la tercera productora de cobre más grande del mundo, vertió 40 millones de litros de sulfato de cobre a los ríos Sonora y Bacanuchi. El derrame afectó la vida de 22 mil personas. En el lugar del desastre hoy se levanta una megapresa de desechos tóxicos que la minera construyó un año después con el permiso de las autoridades bajo una normativa medioambiental laxa.
EL MAGNATE MEXICANO MÁS ESQUIVO
Osfelio e Isidro Vásquez son dos hermanos dedicados a la agricultura y la ganadería que sufrieron el desastre.
Ambos pasan de los 60 años, llevan sombrero, camisa vaquera y botas de montar, aunque conduzcan una camioneta Chevrolet.
El bigote recortado y los ojos como dos líneas profundas. La piel curtida, llena de arrugas que parecen surcos de la tierra roja que les vio nacer.
A lo lejos ambos observan la gran presa, el monstruo que amenaza a su pueblo con una capacidad 51 mil veces superior a lo que se derramó en 2014.
Otra vez la minera, propiedad de Germán Larrea, el segundo hombre más rico de México, está presente en sus vidas, si es que algún día dejó de estarlo.
La minera acabó con la fauna, la flora y la salud de muchos habitantes del río; a cambio, pagó una multa de 1.2 millones de dólares, apenas una mínima parte de lo invertido en su nuevo proyecto"unos 187 millones de dólares".
"Mi señora me dice: "¿Y si un día mientras dormimos eso se revienta y nos lleva?". En 25 minutos, Bacanuchi desaparecería bajo el agua", comenta Isidro Vásquez preocupado. Su pueblo, de 200 habitantes, cabe 138 veces dentro de la megapresa.
No es la primera vez que Grupo México es responsable de un derrame, hace menos de un mes vertió tres mil litros de ácido sulfúrico en el en el Mar de Cortés. Su oscuro historial contaminante es extenso en México, Perú o Estados Unidos. Este periódico intentó contactar sin éxito con los representantes de Grupo México para concertar una entrevista.
EN BUSCA DE JUSTICIA
En septiembre de 2018, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) resolvió a favor de los habitantes de Bacanuchi, respaldados por la ONG Poder, que la construcción de la presa violó el derecho a la participación de la comunidad.
Esta sentencia obligó a la Secretaría de Medio Ambiente a explicar el plan preventivo que presentó Grupo México para hacer la obra. Benjamín Cokelet, codirector de Poder, considera que la obra debería de ser suspendida de manera definitiva por no contar con la autorización ambiental correcta cuando se construyó.