Uno de los puntos más sensibles del conflicto es la cercanía del proyecto con el mar, un ecosistema marino reconocido por su riqueza en biodiversidad
Por: Brayam Chávez
Habitantes de Puerto Libertad, en Sonora, han alzado la voz ante la posible construcción de una planta de licuefacción de gas y un gasoducto en su comunidad. Para ellos, esta nueva infraestructura representa un riesgo enorme para su entorno natural, su salud y su modo de vida.
Actualmente, Puerto Libertad ya convive con una termoeléctrica. Sin embargo, ahora el temor crece al pensar que quedarían rodeados por dos instalaciones altamente peligrosas. La comunidad siente que una ya es demasiado, y que agregar otra infraestructura de este tipo podría llevarlos al límite.
EL MAR DE CORTÉS EN LA LÍNEA DE FUEGO
Uno de los puntos más sensibles del conflicto es la cercanía del proyecto con el Mar de Cortés, un ecosistema marino reconocido por su riqueza en biodiversidad. Este mar es hogar de numerosas especies y forma parte de una importante ruta migratoria de animales marinos a nivel mundial.
La preocupación central gira en torno a qué ocurriría si se produce un derrame de químicos o gas en esta zona protegida. La pesca, que representa una fuente vital de ingresos y alimento para la región, también estaría en riesgo.
¿QUIÉN SE HARÁ RESPONSABLE DEL POSIBLE DESASTRE?
Los opositores al proyecto señalan que no hay garantías claras sobre qué entidad asumiría la responsabilidad en caso de un accidente ambiental. Se cuestiona si el valor económico de la obra puede justificar el daño potencial a un patrimonio natural de valor incalculable.
Para muchos habitantes, el proyecto no solo carece de sentido ambiental, sino también humano. En sus palabras, se sienten tratados como si su tierra fuera un “basurero industrial”.
UN LLAMADO URGENTE A LAS AUTORIDADES
El creador de contenido hace un llamado a las autoridades, ya que exigen frenar esta iniciativa antes de que avance. Piden una revisión seria y transparente del impacto que este megaproyecto podría tener en la vida marina, la salud pública y el equilibrio ecológico del Mar de Cortés.
La población insiste en que no se puede seguir apostando por el desarrollo a costa del medio ambiente. “Una no fue suficiente”, expresan con preocupación, refiriéndose a la termoeléctrica que ya existe. La comunidad exige ser escuchada antes de que las decisiones sean irreversibles.