Una traición en el CDS marcó el inicio de una lucha que no ha tenido fin; y no importa el escenario, la muerte se hace presente en medio de las balas
Por: Edel Osuna
La lucha entre las facciones del Cártel de Sinaloa (CDS), Los Chapitos y La Mayiza, ha dejado a un estado sumido en un río de sangre nunca antes visto. A un año de haberse iniciado la escalada de violencia, esta ha tenido un fuerte impacto en materia de seguridad y en todos los sectores.
Fue el 25 de julio de 2024, cuando en un vuelo privado, Ismael Zambada García, “El Mayo”, líder y fundador del CDS, fue entregado al gobierno de Estados Unidos, el cual ofrecía una cuantiosa recompensa por él.
Pero no se fue solo, ya que uno de los hijos de su compadre, Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”, lo acompañaba: Joaquín Guzmán López.
Ese acontecimiento estuvo precedido por el asesinato del senador electo por Sinaloa, Héctor Melesio Cuen Ojeda, quien presuntamente fue muerto durante un asalto en una gasolinera.
No obstante, distintas versiones pusieron en la mira al gobernador Rubén Rocha Moya, ya que se le acusó de haber orquestado la reunión entre él, Cuen y “El Mayo”, de donde se llevaron al último desde un rancho, lo que negó en todo momento.
Sin embargo, de ahí ya nada fue igual, y la entidad se sumió en una incertidumbre, que acabaría días después.
SEPTIEMBRE NEGRO
La guerra intestina del Cártel de Sinaloa no empezó inmediatamente, sino después de dos meses de una paz relativa, concretamente el 9 de septiembre, cuando se registró una serie de enfrentamientos que indicaban un nuevo culiacanazo, similar a los de 2019 y 2023.
Pero la realidad fue otra: fue el inicio de una lucha entre facciones de la misma organización delictiva: Los Mayitos, encabezada por Ismael Zambada Sicairos, “El Mayito Flaco”, y La Chapiza, liderada por los hijos de “El Chapo”, Iván Archivaldo Guzmán Salazar, "El Chapito"; Jesús Alfredo Guzmán Salazar, "Alfredillo", y Ovidio Guzmán López, “El Ratón”, entre otros.
Desde ese momento la guerra se desató como un ajuste de cuentas por la traición a su padrino, “El Mayo” Zambada; sin embargo, durante una conferencia de prensa, celebrada ese mismo día, durante su conferencia semanera, Rocha Moya calificó lo ocurrido como “un problemita” que ya estaba controlado.
De ahí la violencia escaló, y entonces el nombre del mandatario estatal formó parte de lo que las redes sociales no perdonan y se volvió meme con videos y una frase “¿Y el Rocha?, ¿dónde está el Rocha?”, preludio de lo que se viviría.
Todo se trastocó: escuelas, vacías; centros comerciales, vacíos; vida nocturna, inexistente; calles desiertas y el temor a ser asesinado privaron, llevando a un “toque de queda” impuesto por una guerra que no ha tenido fin, sin importar los escenarios, pues lo mismo era en la calle, que a las afueras de un hospital, de una escuela, donde se toparan; levantones, desapariciones, crímenes a la orden del día.
INFLUENCERS, EN LA MIRA
Sin embargo, no nada más los ciudadanos de a pie se vieron afectados por esta ola de plomo y sangre, sino también los creadores de contenido, quienes se vieron expuestos, pues desde una avioneta miles de volantes fueron lanzados a la calle.
Lo que aquel papel decía era algo que muchos veían, como un secreto a voces: influencers y creadores de contenido sinaloenses fueron señalados como “Los Sapos”, acusados de operar para Los Chapitos, entre ellos el más notorio: Markitos Toys, quien se marchó a España y a quien le quemaron varios negocios, rafaguearon una casa a sus padres y, como señal de que estaban más cerca de él, el asesinato de su hermano Gail Castro, ocurrido el 28 de marzo de 2025, cuando salía de un restaurante.
Pero no fue la única muerte de creadores de contenido, pues se registraron otras en esa ola de violencia: Miguel Vicanco, “El Jásper”, torturado, asesinado y abandonado en un predio rural en noviembre de 2024; Leobardo Aispuro, “El Gordo Peruci”, ejecutado afuera de su casa en diciembre de 2024, y la más reciente, la de Camilo Ochoa, “El Alucín”, muerto a tiros en su casa en Morelos en agosto de 2025, entre otras más.
Los “sobrevivientes” de aquel volante, algunos dejaron sus redes sociales, mientras que otros se han “desaparecido” del ojo público, a fin de no exponerse.
LOS NÚMEROS DE UNA GUERRA INTESTINA EN UN PAÍS DE PAZ
A un año del estallido de la violencia en Sinaloa, los números no son nada halagadores, pues de acuerdo con información del medio RíoDoce, a la fecha se tiene un panorama desolador:
- 2 mil 065 asesinatos
- 6 mil 415 vehículos robados
- mil 522 personas levantadas, mil 086 de la cuales continúan desaparecidas
A todo ello se suma una vida nocturna paralizada, eventos masivos cancelados por amenazas en narcomantas y un impacto económico que no ha tenido precedentes.
Y así, desde aquel Septiembre Negro de 2024, Sinaloa ya no es el mismo, pues aunque los crímenes siguen a la orden del día, empieza a escucharse un clamor de paz en todos los sectores afectados, que desean volver a la normalidad para no vivir con temor en un estado que tiene mucho más que ofrecer, que muertes, balas y sangre.