Repensar la democracia

Esto ayuda a entender nuestra realidad, nuestros errores, pero, sobre todo, hacia dónde tenemos que ir

Por: Manuel Borbón

Hace casi 100 años, un hombre al que el concepto de democracia le debe mucho, Winston Churchill, aseguraba, en los momentos más álgidos de la Segunda Guerra Mundial, donde la lucha entre un modelo autoritario y de segregación se enfrentaba a la democracia liberal, que: “la democracia es la peor forma de Gobierno, a excepción de todos los demás”, lo cual no es otra cosa más que la afirmación explícita de que, así como la humanidad misma, los sistemas sociales en los que nos organizamos políticamente van evolucionando bajo el modelo de progreso de prueba y error, que se adapta a las circunstancias y coyunturas del momento. Por lo que, en el caso de la democracia, podemos decir que, a pesar de sus errores e inconsistencias, hasta este momento es el modelo en el que la mayoría de la humanidad ha recargado sus esperanzas en un sistema que les brinde calidad de vida y satisfaga las necesidades básicas de todo ser humano.

Por eso, repensar la democracia circunstancialmente nos ayuda a entender nuestra realidad, nuestros errores, pero, sobre todo, hacia dónde tenemos que ir, en nuestro caso, como país. En este contexto, es sumamente relevante el momento por el que atravesamos en la actualidad con una profunda crisis de identidad partidaria, en el que, a diferencia del pasado, hoy los partidos políticos cuentan con un extravío de identidad y formación, lo cual les ha generado desapego de los ciudadanos, con abstencionismos en lo que los políticos llaman “la fiesta de la democracia”, que muchas veces terminan siendo más amplios que quienes deciden sí participar en dicho festejo. Asimismo, problemáticas como la inseguridad, la corrupción, la falta de crecimiento económico, entre otras que han perdurado independientemente del partido o sentir social, nos hacen volver a poner sobre la mesa la necesidad de realizar cambios profundos que acerquen más la democracia al sentir ciudadano, ya que, según el último reporte del “Latinobarómetro”, ejercicio que mide la calidad de las democracias en América Latina, el apoyo social hacia la democracia se encuentra en su nivel más bajo de los últimos 30 años.

Es por lo anterior que el reciente informe brindado por la presidenta Claudia Sheinbaum no puede brindar más que esperanza para los mexicanos, ya que, como plantea la presidenta, a partir de la semana pasada se comenzaron los trabajos para consolidar una Comisión Presidencial encabezada por Pablo Gómez para estudiar los efectos y acciones necesarias que consoliden una reforma electoral de gran calado. Entre los principales postulados de esta reforma se encuentran la desaparición de los diputados plurinominales como los conocemos hoy en día, la reducción del financiamiento público para partidos políticos y la recomposición del INE en búsqueda de acercar más la democracia a la participación ciudadana.

No podemos pensar en esta nueva reforma sin recordar a Jesús Reyes Heroles, a quien, en gran medida, se le debe la concepción del sistema político actual en México, cuando en 1977, luego de una campaña presidencial donde el único candidato era José López Portillo, emanado del PRI, quien llegó a afirmar que: “para ser presidente sólo bastaba que su mamá votara por su hijo Pepito”, por lo que Reyes Heroles, desde la Secretaría de Gobernación del propio López Portillo, elaboró junto a la oposición, líderes sociales, académicos e intelectuales lo que se le conoce como la Reforma Electoral de 1977, la cual, entre otras cosas, instauró en México la representación proporcional para los partidos de minoría como el PAN y el Partido Comunista Mexicano. De igual forma, se les otorgó financiamiento público y tiempo en radio y televisión para dar a conocer sus planes y proyectos políticos, entre muchos otros avances que permitieron el avance pacífico de la democracia.

La reforma actual se suma a propuestas como la de prohibir el nepotismo y la reelección, que nos ponen en un escenario de cambio en lo que hasta ahora había sido la democracia mexicana, por lo cual esperamos que estas transformaciones acerquen más a los ciudadanos con su democracia y sus resultados.

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