La infancia, un determinante para la vida adulta

Por: Eduardo Sánchez

MPC. Marlén Rodríguez / Psicóloga CAPPYDI

Todos sabemos que la infancia de un niño es sumamente delicada y de forma cotidiana escuchamos que todos llevamos un niño dentro, ciertamente nuestro niño aflora cada vez que hay situaciones angustiantes o de peligro que inconscientemente se reflejan en comportamientos de inseguridad o temor y momentos felices que espontáneamente se reflejan en risas. Esto se debe al desarrollo psicológico que se tuvo durante la infancia y a la estructura de personalidad que toma el adulto, todo individuo es distinto y reacciona diferente al mismo suceso y adquiere la percepción de acuerdo a las experiencias infantiles, ya sean positivas o negativas que internalizó de sus padres y figuras importantes en su crecimiento. Un adulto con una infancia herida es una persona que tiene conflictos y quejas constantes: “no puedo con mi trabajo”, “estoy mal en mi matrimonio”, “odio a mis padres”, “soy un adicto”, “no hablo con mis hijos”, “tengo tristeza profunda”, “me da miedo la vida”, etc.

Son expresiones comunes inconscientes que el adulto raramente analiza y que es resultado de una niñez aún viva que desencadena situaciones de desequilibrios como baja autoestima, depresión, ansiedad, o poco control de la ira. Cabe mencionar que todos tenemos una herida emocional que nos aqueja, incluso los más felices. Desarrollamos mecanismos de defensa que nos ayudan a soportar la angustia. Al niño que todo se le brinda, ese exceso genera una angustia de expectativa, “¿qué esperan de mí?” Un niño en abandono será un adulto que abandona, para superar la angustia que le provoca el riesgo inconsciente de ser abandonado de nuevo. Una persona que se cohíbe o que es introvertida en el trabajo, puede tener un alto grado de inseguridad y de baja autoestima misma que se generó cuando era niño por una desvalorización de sus figuras parentales, al igual una persona que sufrió humillación sobre su cuerpo tiene problemas para ejercer su sexualidad, ya que las palabras determinan la seguridad en la intimidad. La desaprobación que tuvo el adulto en su infancia hace que desarrolle la necesidad de agradar a todo el mundo buscando reconocimiento, sin importarse él mismo. Un niño que ha sufrido rechazo, es un adulto que no se siente digno de ser amado o aceptado por su entorno y generalmente depende de relaciones tóxicas que constantemente causan dolor emocional.



Arrastramos éstos conflictos y vamos equivocándonos constantemente, caemos en los mismos errores, cometemos o permitimos indiferencia, maltrato, abusos, injusticia, humillación, traición ya sea de parejas, familiares, amistades o el entorno laboral y siguen los círculos viciosos de los que no entendemos el porqué.

Lo mencionado, representa una invitación a la reflexión, un llamado para que el adulto tome conciencia y responsabilidad sobre su historia y pueda comprender que su sufrimiento tiene un origen y es necesario atenderlo y sanarlo para que viva con paz, libertad, tranquilidad y sea un sujeto funcional en todos los aspectos de su vida.

Los niños a quienes se les permite una infancia recargada hacia experiencias positivas, aumentaran ya como adultos sus posibilidades de alta capacidad de convivencia con su entorno, de una manera más equilibrada, con relaciones sanas, será empático, con estima, amor propio, etc. En síntesis, podrá desenvolverse con mayor funcionalidad en su vida personal.

La infancia es vital para la vida de un adulto ya que todo lo que se experimenta deja huella y se está alertando a los padres actuales a tener un cuidado delicado de sus hijos, ya que de esto dependerán sus acciones y comportamientos futuros que le permitan un equilibrio emocional y una vida plena y feliz.

Es importante señalar, que cuando estos aspectos ya mencionados, hacen un énfasis en nuestra vida personal, y aún más, cuando observamos que son cuestiones que solemos repetir, acudir a Psicoterapia es una acción valiosa que favorecerá una mayor claridad de los orígenes de nuestras motivaciones inconscientes, y provocará por lo tanto una transformación natural de ellas, permitiendo una mayor conciencia de la historia propia y cambios favorables para nuestra vida.