Por: Eduardo Sánchez
Alberto Vizcarra Ozuna(Analista Político)
Ante la denuncia y pronta respuesta de las mujeres del Movimiento Ciudadano por el Agua, en contra de que se monte un proceso de negociación para legitimar la operación ilegal del Acueducto Independencia, a una columna dominical –acostumbrada a propalar chismes y trazar líneas de confusión- esta semana le asignaron la tarea de mandar el mensaje de que no pasa nada si se construye el Ramal Norte y que el acueducto de marras morirá de muerte natural por sus altos costos de operación.
La columna es un galimatías, pero la intención es clara: ocultar el hecho de que el Ramal Norte fue concebido como una extensión del Acueducto Independencia, para poder bombearle agua al norte y poniente de la ciudad de Hermosillo, donde se engordan grandes proyectos inmobiliarios y negocios que concentran intereses privados de todo el estado, acostumbrados al dinero fácil, sin importarles la distorsión del desarrollo equilibrado de Sonora y su crecimiento. Estos intereses inmobiliarios le encargaron al columnista hacer el embrollo para colar la sensación de que solo se quedará operando una bomba del acueducto, al mismo tiempo que vende el cuento de que el Ramal Norte se abastecerá de otras fuentes y no de las aguas bombeadas desde el sitio del Novillo, ubicado en la parte media de la Cuenca del Río Yaqui.
El engaño no es nuevo, es el mismo que se usó en el Gobierno de Peña Nieto, cuando el rufián de Enrique Miranda, entonces subsecretario de Gobernación, trató de imponer un acuerdo ilegal bajo el supuesto de que el acueducto solo operaría en casos de emergencia hídrica de la ciudad capital, mientras el cometido real es valerse de estos engaños para disuadir la resistencia social del sur de Sonora y ganar los espacios y el tiempo que les permita legalizar lo ilegal.
La reacción de las mujeres del Movimiento Ciudadano por el Agua, es una muestra de que la mayoría de la población del Valle del Yaqui y de la tropa yoreme, no se traga esos cuentos ya reciclados, menos cuando la locuacidad de la alcaldesa de Hermosillo, no le permite ocultar que se proponen extraerle más de 120 millones de metros cúbicos anuales a los almacenamientos del Novillo, en el afán de que la ciudad de Hermosillo sea la nueva Tijuana del noroeste de México.
Nadie debe de estar en contra de que la capital del Estado alcance esas dimensiones y ese crecimiento, pero también nadie debe estar a favor de que se haga a costa del sacrificio de las actividades productivas del sur de Sonora y de la existencia de la Tribu Yaqui.
El Gobierno de López Obrador, no puede continuar los pasos de los Gobiernos de Calderón y Peña Nieto. Necesita atender las disposiciones legales que impiden la operación del acueducto y tiene también que aportar presupuestariamente los recursos federales, oficialmente solicitados por el Gobierno del Estado para la construcción del segundo módulo de la desaladora que desde el sitio del Cochórit abastecería de agua dulce a las ciudades de Empalme, Guaymas y Hermosillo.
Habrá que reconocer, que todos los que han protagonizado la defensa de las aguas del Río Yaqui y han impulsado la solución a la falta de agua en Sonora, con la desalación y grandes proyectos como el Plan Hidráulico del Noroeste, aportan esfuerzos y sacrificios, pero la participación de las mujeres ha sido decisiva por su valentía al momento de denunciar componendas y acuerdos –como lo hacen ahora- que van en contra de la solución al problema y con ello en contra de Cajeme y del Valle del Yaqui.