Enfermedades raras

Por: Eduardo Sánchez

JUAN CARLOS SÁNCHEZ MAGALLÁN

Desde el año 2008, el último día del mes de febrero se celebra el Día Mundial de las Enfermedades Raras, fecha designada como una manera simbólica de asociar la rareza del año bisiesto con las enfermedades de esta naturaleza.

El 8% de la población mundial las sufre, en consecuencia, existen 350 millones de personas con estos padecimientos.

Número no menor de seres humanos que merecen toda la atención de diagnóstico y tratamiento médico oportuno.

Algunas de ellas son:

Síndrome de Goodpasture: enfermedad autoinmune causada por predisposición genética al inhalar hidrocarburos y el humo del cigarrillo, provocando el sangrado de pulmones y riñones.

Síndrome de Alport: trastorno hereditario que daña los vasos sanguíneos de los riñones, provocando pérdida de la audición y problemas oculares.

Elefantiasis: deformaciones del cuerpo que hace que las piernas del enfermo se parezcan a las de un elefante, provocada por piquetes de mosquitos que llevan sangre infectada.

Síndrome de Marfan: trastorno hereditario que provoca que las personas sean altas, delgadas, con brazos, piernas, pies, manos y dedos largos.

Esclerosis Lateral Amiotrófica: enfermedad del sistema nervioso que provoca la pérdida de fuerza y que la persona no pueda moverse.

Progeria: trastorno genético que acelera el envejecimiento prematuro de los niños, con un promedio de vida de 13 años.

Los coronavirus se descubrieron en los años sesenta, siendo su origen, a la fecha, desconocido. Sus diferentes tipos provocan distintas enfermedades, desde un resfriado hasta un conjunto de alteraciones que empiezan con problemas respiratorios, fiebre (tos y disnea o dificultad para respirar), neumonía, síndrome respiratorio agudo severo, insuficiencia respiratoria grave e, incluso, la muerte.

Los científicos dicen que gran parte de los coronavirus no son peligrosos y se pueden tratar de forma eficaz, pues afirman que la mayoría de las personas contraemos coronavirus en algún momento de nuestra vida, especialmente en la infancia, siendo más frecuentes en otoño e invierno.

El coronavuris debe su nombre al aspecto que presenta, por su parecido a una corona o un halo; manifestándose en animales y humanos. Dos eventos como antecedente: en noviembre de 2002, en China, se dio el síndrome respiratorio y agudo (SARS-CoV), afectando a más de ocho mil personas en 37 países, provocando más de 700 muertes. La mortalidad fue de un 10%, aproximadamente.

En 2012, en Arabia Saudita, el coronavirus causante del síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV) registró dos mil 400 casos de infección en distintos países. Con más de 800 decesos, la mortalidad fue de un 35 por ciento. Ahora, en diciembre de 2019, se detectaron los primeros casos del nuevo virus (COVID-19), donde la transmisión de persona a persona se ha acelerado, afectando gravemente a países como Italia, España, Corea del Sur, Japón, Irán (con múltiples casos), llegando a Brasil y a México.

Wuhan es la séptima ciudad más grande de China y la número 42 del mundo, la habitan 11 millones de personas.

La urbe cuenta con un aeropuerto que la conecta con todas las regiones del mundo. Fue ahí, en un mercado de animales vivos, donde se originó el contagio del coronavirus.

Existen miles de casos confirmados y cientos de muertos en China, más de 90 mil personas contagiadas en, al menos, 46 países de Asia, Europa, América, África y Oceanía.

Una gran propagación originada por toda la gente que ha salido de Wuhan y que ha llevado consigo la cepa por todo China y el resto del mundo, provocando una pandemia declarada por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Los científicos no han determinado la fuente exacta del virus y no se dispone de vacuna alguna ni de tratamiento específico para combatir este nuevo coronavirus. Como sucedió con la influenza, seguramente encontrarán la cura. ¿O no, estimado lector?