De nuevo los tiburones y un malecón con baches

Han empezado a repetirse los avistamientos de escualos en el ámbito de mar propio del sur de la Entidad

Por: Gerardo Armenta

Superar en buena hora los efectos de un resfriado físicamente devastador, debe ser un tanto como una especie de venturoso o maltrecho regreso del infierno. Así se siente uno después de remontar un trance como el descrito. Pero más allá de este lamento que no viene al caso, lo importante estriba en la oportunidad de retomar el afán periodístico por el que es posible acercarse al conocimiento y comentario de los hechos públicos.

En ocasiones, sin embargo, un lance de esa naturaleza no deja de evidenciar cierto temor o inquietud por las implicaciones de su significado. Parecería un tanto exagerado conversar en estos términos. Pero evidentemente no es así. Porque hablar de tiburones en una región como la nuestra, equivale a reconocer un estado de ánimo público singularizado por una explicable inquietud. El caso es que de nuevo han empezado a repetirse los avistamientos de escualos en el ámbito de mar propio del sur de la Entidad, tal y como ha ocurrido recientemente.

Dos hechos recienten en ese sentido reavivaron el justificado temor de pescadores sureños (y de la población en general) por la eventual aparición de tiburones. En uno de los casos, al parecer el escualo medía por lo menos cinco metros de largo. ¿Se imagina usted? Lo atisbaron a un kilómetro de la orilla de Loma Parda en Yavaros. Poco debió faltar para que se pusiera a descansar en la playa. Por su lado, en El Tóbari vieron un tiburón y otro más fue visto en Yavaros.

Así está la situación respectiva, la que bien podría ser descrita al tenor de una mezcla de temor y asombro público. No es para menos. Se llegó a creer que el aumento de la temperatura ambiental (el calor) terminaría por alejar a los tiburones del ámbito marítimo sureño. Pero está ocurriendo precisamente lo contrario. Poco o nada puede decirse para infundir ánimos. La de los tiburones es una de las especies más devastadoras y agresivas de cuantas puedan existir en la inmensidad de la geografía marítima.

En Huatabampito, mientras tanto, ya surgieron los primeros problemas en relación con el vistoso y flamante Malecón, una obra señera, en efecto, por donde quiera ser vista. Pero la realidad o la inconciencia también tienen fueros propios. Y el problema es que los hacen valer de la manera más inopinada, o cuando menos se esperaría que salieran a relucir, es decir, cuando ni siquiera se despejan del todo los ánimos festivos que pudieran existir al respecto, o que ciertamente existen.

Como bien se recuerda, hace mes y medio fue inaugurado el Malecón de Huatabampito, obra señera, llamativa y espectacular, lo que sea de cada quien. Todo mundo quiso darse tiempo para obsequiarse una vueltecita por allí y conocer la flamante construcción. En realidad, resultó muy impresionante tomar nota del bullicio y animación popular que generó en el sur de la Entidad la apertura de esa obra. Pero como suele decirse: pronto el gozo se fue al pozo.

¿Qué paso? Pues algo muy sencillo o complicado. Todo depende de la óptica que se quiera utilizar para examinar la situación. He aquí los hechos conocidos periodísticamente descritos y dados a conocer en su momento: A un mes y medio de haber sido inaugurado, el Malecón de Huatabampito ya presenta baches en varias áreas, lo que ha provocado críticas ciudadanas. No debió ser para menos. Los hechos respectivos trascendieron a través de las redes sociales. El Ayuntamiento de la “Tierra de los Generales” asumió rápidamente la tarea de tapar los baches.

Dentro de lo que cabe, el episodio que se relata sirvió para que trascendieran hechos desconocidos en relación con la hechura del Malecón de Huatabampito. Por ejemplo, la obra se hizo con asfalto en lugar de utilizar concreto hidráulico. Por eso surgieron los baches a las primeras de cambio. Y faltan los que seguramente producirán las lluvias veraniegas, si es que éstas se dignan a aparecer, no con este propósito, sino con el fin de terminar con la sequía regional.

La paradoja que esgrimen en Huatabampo es que, precisamente cuando ni siquiera ha llovido, el Malecón de Huatabampito apareció con baches en su fisonomía. Incluso, se ha manejado la especie de que el Malecón bien podría construirse de nuevo y evitar así los errores con los que fue edificado originalmente. Aunque, sin duda, lo mejor sería fincar las responsabilidades correspondientes a quienes las tengan. El Malecón fue una obra que costó más de 100 millones de pesos. ¿Para que saliera con baches a las primeras de cambio y sin lluvias de por medio?

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