Altares afuera del IMSS en Ciudad Obregón: signos silenciosos de fe y devoción

Al no haber iglesias cercanas al hospital, muchas personas acuden a estos altares a hacer oración de petición o agradecimiento

Por: César Leyva

A las afueras del Hospital General Regional No.1 del IMSS, en Ciudad Obregón, la fe se manifiesta de manera tangible. Quienes recorren el pasillo que conduce a la entrada principal del hospital, inevitablemente se encuentran con una serie de altares improvisados, colocados por personas que buscan consuelo, hacen peticiones o agradecen por la salud de sus seres queridos.

Todo comenzó con un cactus en el que alguien colgó una imagen de la Virgen de Guadalupe. Con el tiempo, ese sencillo gesto inspiró a otros, y poco a poco el cactus se cubrió casi por completo con imágenes religiosas, fotografías, flores, veladoras y papeles con oraciones y agradecimientos.

Hoy, ese altar es un punto central de expresión espiritual para quienes transitan por el hospital.

ACTOS SILENCIOSOS DE DEVOCIÓN

En meses recientes, han aparecido dos nuevos altares en la misma zona. Uno, también dedicado a la Virgen de Guadalupe, destaca por una figura de busto algo desgastada colocada sobre piedras, enmarcada por una pequeña estructura que asemeja una casita.

De esta imagen cuelgan listones con nombres, en lo que parece una cadena de peticiones anónimas. Nadie sabe exactamente quién los construye; simplemente aparecen, como actos silenciosos de devoción.

El otro altar, más pequeño, pero igualmente significativo, está dedicado a San Judas Tadeo, el santo de las causas difíciles. Con su pasto sintético y una pequeña casita, se ubica entre los dos altares guadalupanos, complementando este espacio espiritual que cada día es testigo de múltiples plegarias.

REFUGIO ESPIRITUAL EN LA INCETIDUMBRE

Estos altares se han convertido en puntos de encuentro para la fe, especialmente porque las iglesias más cercanas al hospital están algo retiradas. Así, mientras esperan noticias de sus familiares, muchas personas se detienen a orar, colocar flores o encender una vela, haciendo de este lugar no solo un pasillo de acceso, sino un refugio espiritual en medio de la incertidumbre.

Lo que comenzó como un gesto aislado, hoy es un símbolo de la profunda religiosidad y esperanza de una comunidad que, en medio del dolor y la espera, encuentra en estos altares una forma de consuelo, gratitud y fe.